Tradición coral, un ejemplo a seguir




Tradición coral, un ejemplo a seguir


32 Semana de Música Sacra de Segovia
Brandford High Schol Choral
Cathyann Roding, directora
Obras de Holmes, Allbrecht, Victoria, Palestrina, Ticheli, Schwartz, Duruflé, Grossi, Hassler, Lauridsen, Dawson y anónimos tradicionales
Iglesia de San Juan de los Caballeros - Museo Zuloaga

Luis Hidalgo Martín

            La tercera sesión de la Semana de Música Sacra de Segovia corrió a cargo de Brandford High Schol Choral, una agrupación estadounidense de noventa voces mixtas juveniles que muy bien representan la amplia y envidiable tradición coral norteamericana y de numerosos países europeos donde cualquier universidad, instituto, colegio o parroquia se precia de tener un coro en el que se cultiva el canto polifónico. Aunque Segovia goza de una relativa buena salud gracias a unos cuantos coros que constituidos como asociaciones culturales, frente a viento y marea, intentan difundir la práctica polifónica, en el conjunto de España llama la atención que desde las instituciones educativas no sólo no se fomente, sino que tienda a erradicarse, una práctica que -aparte de su incuestionable valor pedagógico y artístico- fomenta la socialización, el esfuerzo, la disciplina, la igualdad y el trabajo en equipo como ninguna otra disciplina artística ni deportiva. Igualmente cuesta creer cómo la iglesia abandona uno de sus principales patrimonios artísticos, que en los últimos mil quinientos años ha protagonizado todas las vanguardias musicales, para sustituirlo por un canto no sólo de escaso valor estético, también espiritual, donde la polifonía queda limitada a terceras paralelas acompañadas de desacompasados rasgueos guitarrísticos. Sinceramente creo que el canto, la guitarra y los fieles merecen mucho más.
            Por esto es por lo que el concierto de Branford High School Choral debe ser aplaudido, admirado y acogido con alegría. Cierto es que las voces en el conjunto no eran de lo mejor, que el equilibrio y la mesura en una agrupación de noventa jóvenes no son fáciles de conseguir y que el programa planteaba cierto batiburrillo donde se mezclaban churras con merinas y en el que los latines salían claramente perdiendo. Pero las voces individuales eran dueñas de naturalidad, personalidad y estilo, algunas páginas del repertorio, como Ave María de Lauridsen o  Earth Songs de Ticheli, fueron de gran belleza mientras que gracia, espontaneidad y fluidez rítmica en las canciones americanas marcaron la interpretación.
            Pero lo mejor fue ver y escuchar a noventa chicas y chicos de diferentes razas y condiciones unidos para hacer música, sin complejos, con orgullo, alegría y entusiasmo. 
            Otro ejemplo a seguir.     

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