Tradición coral, un ejemplo a seguir
Tradición coral, un
ejemplo a seguir
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Semana de Música Sacra de Segovia
Brandford High Schol Choral
Cathyann Roding, directora
Obras
de Holmes, Allbrecht, Victoria, Palestrina, Ticheli, Schwartz, Duruflé, Grossi,
Hassler, Lauridsen, Dawson y anónimos tradicionales
Iglesia
de San Juan de los Caballeros - Museo Zuloaga
Luis
Hidalgo Martín
La tercera sesión de la Semana de
Música Sacra de Segovia corrió a cargo de Brandford High Schol Choral, una
agrupación estadounidense de noventa voces mixtas juveniles que muy bien
representan la amplia y envidiable tradición coral norteamericana y de
numerosos países europeos donde cualquier universidad, instituto, colegio o
parroquia se precia de tener un coro en el que se cultiva el canto polifónico. Aunque
Segovia goza de una relativa buena salud gracias a unos cuantos coros que
constituidos como asociaciones culturales, frente a viento y marea, intentan
difundir la práctica polifónica, en el conjunto de España llama la atención que
desde las instituciones educativas no sólo no se fomente, sino que tienda a
erradicarse, una práctica que -aparte de su incuestionable valor pedagógico y
artístico- fomenta la socialización, el esfuerzo, la disciplina, la igualdad y
el trabajo en equipo como ninguna otra disciplina artística ni deportiva.
Igualmente cuesta creer cómo la iglesia abandona uno de sus principales
patrimonios artísticos, que en los últimos mil quinientos años ha protagonizado
todas las vanguardias musicales, para sustituirlo por un canto no sólo de escaso
valor estético, también espiritual, donde la polifonía queda limitada a
terceras paralelas acompañadas de desacompasados rasgueos guitarrísticos.
Sinceramente creo que el canto, la guitarra y los fieles merecen mucho más.
Por esto es por lo que el concierto
de Branford High School Choral debe ser aplaudido, admirado y acogido con
alegría. Cierto es que las voces en el conjunto no eran de lo mejor, que el
equilibrio y la mesura en una agrupación de noventa jóvenes no son fáciles de
conseguir y que el programa planteaba cierto batiburrillo donde se mezclaban
churras con merinas y en el que los latines salían claramente perdiendo. Pero
las voces individuales eran dueñas de naturalidad, personalidad y estilo, algunas
páginas del repertorio, como Ave María
de Lauridsen o Earth Songs de Ticheli, fueron de gran belleza mientras que gracia,
espontaneidad y fluidez rítmica en las canciones americanas marcaron la
interpretación.
Pero lo mejor fue ver y escuchar a
noventa chicas y chicos de diferentes razas y condiciones unidos para hacer
música, sin complejos, con orgullo, alegría y entusiasmo.
Otro ejemplo a seguir.
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