Que hable el corazón
Que hable el corazón
Arcángel,
cantaor
Fahmi
Alqhai, viola de gamba y director
Accademia
del Piacere
Las
idas y las vueltas: músicas mestizas
Patio
de Armas de El Alcázar
Luis
Hidalgo Martín
Un encuentro de músicos de distinta procedencia que tienden puentes
para hacer música y dejar que hable el corazón. Esa fue la propuesta del
violagambista Fahmi Alqhai, el cantaor Arcángel y la Accademia del Piacere para
cerrar exitosamente el Festival de Segovia. En una velada de genuino derroche
artístico que era también un reencuentro del público con unos artistas que en
su mayoría, ya como solistas o formando parte de otras agrupaciones, han pasado
a lo largo de los años por este ciclo. Arcángel y el guitarrista flamenco
Miguel Ángel Cortés, el laudista y guitarrista Enrique Solinís, los
violagambistas Fahmi Alqhai y Rodney Prada o esa leyenda de la percusión en
España que es Pedro Esteban, tienen su huella en la historia musical segoviana
al haber puesto su sello interpretativo en el Festival Joven, la Semana de
Música de Cámara o la sección En Abierto del Festival.
Hasta ahora la mayoría de mis
críticas sobre conciertos que fusionan distintos estilos se han caracterizado
por la decepción. No porque personalmente desconfíe de que esa vía pueda ser
fructífera, sino porque considero que en demasiadas ocasiones uno de los
estilos acaba plegándose a los designios de otro. Pero en esta ocasión, Fahmi
Alqhai, Arcángel y todos sus músicos colaboradores, cargadas sus alforjas de sugestivos
ritmos y melodías renacentistas,
barrocas y flamencas, han sabido recorrer con humildad una equilibrada senda de
mutua aceptación, respeto, admiración, curiosidad y fantasía que les ha
conducido a una música superlativa, que deslumbra por su belleza, pasión y
capacidad expresiva.
El cante sensible a la vez que vigoroso,
pleno de colores vocales y de arrebatadora expresión de Arcángel, tuvo siempre
respuesta en las variadas instrumentaciones lideradas por Fahmi Alqhai
caracterizadas por la belleza armónica, la fantasía melódica y el constante
juego rítmico de las antiguas danzas.
Todos los músicos, sin excepción,
contribuyeron al embrujo de un concierto repleto de momentos memorables como
los creados en el diálogo vocal entre Arcángel y la soprano Mariví Blasco en Tres morillas, una canción que recogida
en el Cancionero de Palacio seguramente ya sonara en el Alcázar en época de los
Reyes Católicos; en la intensidad rítmica y el virtuosismo de las violas de la Seguiriya, en las cristalinas Alegrías de Cádiz, con unas bellísimas
falsetas de la guitarra flamenca; en las
resonantes campanelas de la guitarra barroca durante las Marionas que desembocaron en los febriles Canarios de Gaspar Sánz; en las ornamentaciones de la flauta en las
Xácaras, en la variedad dinámica de
las percusiones durante las Bulerías....
Tantos momentos que no sirve contarlos, pues
este es uno de esos conciertos en los que no basta con felicitar a los músicos,
también al público por haber tenido oportunidad de ver, escuchar y disfrutar.
Publicado en El Norte de Castilla el 31-7-2012
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