Suite en la menor de Robert de Visée




        La figura del guitarrista Robert de Visée (1655 - 1733) siempre ha despertado en mi una gran admiración. Con algunas de sus obras, de singular sensualidad melancólica, me inicié en este mundo de la guitarra y siempre conservo en dedos alguna de ellas.

        Máximo representante de la guitarra barroca francesa, de Visée gozó de los privilegios que le otorgaba el cargo de maestro de guitarra del rey Luis XIV, lo que, junto a Jean-Baptiste Lully, artífice máximo del genuino estilo barroco francés, le permitía el acceso a las cámaras privadas del rey con la finalidad de impartir su magisterio y amenizar los periodos de asueto reales. No es de extrañar por tanto, que fuera confidente y testigo de primera mano de muchas decisiones que marcarían el destino europeo y motivo por el cual en algunas ficciones novelescas de Monaldi y Sorti aparezca como encarnación de un enigmático espía a las ordenes del gran Rey Sol.

        Pero dejando aparte historia y literatura, la verdad es que la música de Robert de Visée ha ejercido una importante influencia en mi gusto musical. De sus numerosas suites para guitarra la más célebre es la conocida como Suite en re menor una composición marcada por el idiomatismo de la guitarra barroca que, sin adaptarse adecuadamente a la guitarra moderna, forma parte del repertorio de todo guitarrista. Hace algunos años decidí dejar de tocarla por esa incapacidad de poder plasmar adecuadamente los recursos técnicos en un instrumento moderno.

        Durante este verano sentí la necesidad de volver a acercarme a esta composición pero -serán los años y las ganas de romper con lo musicalmente correcto- desde un concepto radicalmente opuesto, en el que la libertad domine la forma. Primeramente prescindí de todo atisbo de ornamentación, posteriormente suavicé la rítmica -especialmente mediante la supresión de los dramáticos puntillos a la francesa- transporté la tonalidad hasta la menor con la finalidad de crear una sonoridad más profunda y atiorbada, dispuse un movimiento más lineal de las voces y planteé una digitación con nuevas combinaciones de mano izquierda.

        Al final me encontré con una música de nueva sonoridad, menos inspirada en la danza, más austera y abstracta, profundamente intimista y contemplativa, alejada de cualquier exhibición técnica -seguro que más aburrida para algunos- pero absolutamente personal y con una gran capacidad para definir mi particular pensamiento musical actual. Una música que creo que sirve para, desde una nueva visión, seguir acrecentando la admiración por grandes maestros como Robert de Visée.  

        Aquí dejo la primera entrega de las nueve danzas que integran esta remozada Suite en la menor.  


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