Aún queda la música





29 Semana de Música Sacra de Segovia

Trío Kandinsky

Corrado Bolsi, violin

Amparo Lacruz, violonchelo

Emili Brugalla, piano

Amor divino, Amor humano

Obras de Glass, Pärt y Schönberg

San Juan de los Caballeros-Museo Zuloaga


Luis Hidalgo Martín para El Norte de CastillaEnlace

El concierto que el domingo protagonizó el Trío Kandinsky marcaba el único encuentro con la música instrumental pura de esta edición de la Semana de Música Sacra. Aunque generalmente tendemos a asociar la música religiosa con la música vocal no hay que olvidar que son numerosísimas las creaciones instrumentales que forman parte del repertorio sacro. Muchos han sido los compositores que han manifestado que la ausencia de un texto que musicar les ha permitido tener mayor libertad para expresar sus emociones, pues no en vano, cuando las palabras no alcanzan a describir el sentimiento humano, aún nos queda la música.

El programa ofrecido por el trío catalán, aunque con obras no estrictamente religiosas, transcurrió por una vía profundamente espiritual y reflexiva. Sobre composiciones de tres clásicos del siglo XX y la música contemporánea como Arnold Schönberg, pieza capital de la música moderna, Phillip Glass, auténtico gurú del minimalismo y Arvo Pärt, creador singular y trascendental donde los haya, el Trío Kandinsky tejió un delicado tapiz con los preciosos hilos de su musicalidad, transparencia y dulzura tímbrica.

La breve pieza de Glass, Head on, es una beve síntesis del ideario minimalista, pequeñas células rítmico-melódicas superpuestas que se van transformando en el tiempo y que producen una sensación de belleza estática, contemplativa pero carente de pasión y que personalmente me pareció prescindible.

Mucho más interesante fue el bloque dedicado a Pärt formado por tres de sus más afamadas composiciones, Fratres, Für Alina y Spiegel um Spiegel enmarcadas por dos interpretaciones de Mozart adagio. Aunque Pärt también participa del minimalismo, su música con multitud de referencias a formas pretéritas, que se regodea en el efecto tímbrico y que queda definida por una armonía fundamentalmente modal y una melodía sencilla y clara consigue asomarnos al abismo de los grandes misterios. La interpretación de los músicos catalanes ya fuera en trío, en sendos dúos de piano con violín o chelo, o piano solo, fue magnífica por su contención, concentración, coordinación y por su capacidad para hacer resultar fácil una música que presenta una gran dificultad técnica.

Los mismos atributos interpretativos cabrían para la ejecución de La noche transfigurada de Schönberg, aunque ahora habría que sumar la pasión. Sin duda esta obra del aún joven creador del expresionismo está imbuida del espíritu del postromanticismo y se antoja más mundana que las etéreas sonoridades de Pärt. Unas y otras son músicas que se complementan magníficamente y que justifican el título del programa Amor divino, Amor humano. Original para sexteto, si bien se ha popularizado en su versión para orquesta de cuerda, en esta ocasión tuvimos la oportunidad de escuchar el arreglo de Steuermann para trío. La evanescencia sonora de la cuerda es sustituida aquí por una tímbrica más contundente y también colorista obteniéndose un sonido más pasional, en algunos pasajes casi brahmsiano, muy conveniente a una música que versa sobre la redención a través del amor.

Fantástico programa, fantástica interpretación.

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