La cara amable




La cara amable


32 Semana de Música Sacra de Segovia
Escolanía de Segovia de la Fundación don Juan de Borbón
Rodrigo de Luis, piano
José Vicente Fernández, contrabajo
Rodrigo Muñoz, batería
Mª Luisa Martín, directora
Obras de Haydn, Leavit, Sarasola, Rutter, Elberdin, Alcaraz, Caccini, Shaw  y Chilcott
Iglesia de San Juan de los Caballeros - Museo Zuloaga

Luis Hidalgo Martín

            Desde su creación en 1997, los conciertos de la Escolanía de Segovia han despertado siempre una gran expectación entre los aficionados, que movidos por el interés de los programas presentados y por la constante mejora de calidad del conjunto han mostrado un apoyo y cariño especial a una formación  que, sin temor a caer en la exageración, creo poder designar como el buque insignia de la música clásica segoviana.
            Con mucha frecuencia, tendemos a relacionar la música sacra con lo oscuro, tortuoso, e incluso macabro, y pronto se nos vienen a la mente las imponentes sonoridades de numerosos Requiem, Stabat Mater, Responsorios de Tinieblas, Pasiones... sin apenas recordar que también existe un repertorio de gran serenidad, luminosidad y alegría. El concierto de la Escolanía de Segovia apostó por esta última vertiente y personalizó la cara amable de la música sacra en un programa que, con las únicas excepciones de Laudate Pueri de Michael Haydn y Ave Maria de Giulio Caccini, transcurrió por obras actuales.
            En un fluido transcurso de transparencia y belleza vocal fueron sucediéndose las nueve perlas musicales de compositores como Josu Elberdin, Xabier Sarasola, John Rutter o Albert Alcaraz que desembocaron en el precioso diamante representado por A Little Mass Jazz de Bob Chilcott, en donde la adición de un trío de piano, contrabajo y batería contribuyó a acrecentar la magia.
            Aparte de la candidez que la contemplación y escucha de los jóvenes cantores transmite, uno de los principales valores de la Escolanía es la seguridad y convicción de sus interpretaciones, donde nada queda al azar y se adivina un trabajo bien meditado y claramente transmitido, mérito que sin ninguna duda recae en la labor de su directora María Luisa Martín.
            El sorpresivo inicio del concierto con un canto a la Virgen desde el fondo de la nave de San Juan de los Caballeros, la calma del Pater noster  de Sarasola sobre el piano de Rodrigo de Luis  -que en todo el concierto arropó con acertado mimo y discreción las voces- la dulzura del bellísimo cántico de Simeón en Nunc Dimitis de Alcaraz y la pureza tímbrica y emotiva en el Agnus Dei de la misa de Chilcott, unido a las elegantes y mesuradas coreografías que dibujan una sonrisa en el ánimo del oyente, fueron algunas de las exquisitas delicias servidas por los entusiastas y admirables jóvenes cantores de la Escolanía de Segovia, capaces de hacer realidad la ilusión.
            Magnífica lección para los tiempos que corren.  

           
                 

            

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