Sic transit gloria mundi



Sic transit gloria mundi


45 Semana de Música de Cámara de Segovia
Orquesta Barroca de Sevilla
Raquel Andueza, soprano
Alexis Aguado y José M. Navarro, violínes
María Ramírez, viola
Mercedes Ruiz, violonchelo
Ventura Rico, contrabajo
Alejandro Casal, clave
Obras de Vivaldi, Pergolesi, Haendel y Francés de Iribarren
Patio de Armas de El Alcázar

Luis Hidalgo Martín

            En el Patio de Armas de El Alcázar se dieron cita en la noche del miércoles todos los requisitos necesarios para una velada musical inolvidable: belleza del marco, noche serena y bonancible en la meteorología, gran presencia de público y sobre todo un programa musical maravilloso y unos músicos de reconocida valía que, haciendo honor al lema latino inscrito en la tapa del clave "sic transit gloria mundi", imprimieron energía y pasión a cada nueva nota en un reconocimiento constante de la futilidad de lo logrado. Y es que ningún arte como la música refleja tanto la idea de que todo está por hacer, que lo éxitos y creaciones del pasado no cuentan, que así transita la gloria del mundo, mediante el trabajo la entrega y la pasión en el presente, en ese mágico acto creativo que supone siempre la interpretación, donde no cabe la corrección y donde el anhelo de mejora es crucial.
            El éxito de la Orquesta Barroca de Sevilla y Raquel Andueza en este concierto de la Semana de Música de Cámara, no debe suponer ninguna sorpresa, sino más bien una confirmación, pues ya han sido varias las oportunidades en las que la soprano navarra nos ha ofrecido vibrantes conciertos, así como la orquesta, que en diferentes formaciones ha enriquecido y dejado su sello de calidad en la ciudad. También alguno de sus componentes, como Ventura Rico, ya sea con el contrabajo o la viola da gamba, que desde hace cerca de treinta años nos ha dado muestra de su buen hacer como intérprete y profesor.
            Para su concierto en el Alcázar, la orquesta presentó una formación reducida a un instrumento por parte y bajo continuo integrado por violonchelo, contrabajo y clave, una opción muy adecuada para el repertorio presentado.
            La primera parte, centrada en el barroco italiano, comenzó con el espléndido y famoso motete de Vivaldi In Furore, un auténtico "tour de force" para la soprano y  en donde ya se intuyeron los mimbres con los que el conjunto construiría tan sólido concierto, clarísima dicción e ilustración musical del texto, precisa afinación, solidez sonora, variedad de acentos, fantasía en la ornamentación, constante juego dinámico, virtuosismo, emoción y esa pizca de extravagancia tan necesaria en la interpretación barroca.
             El concierto en Sol menor RV 154 del compositor veneciano brindó la oportunidad al lucimiento de la orquesta, que volvió a brillar en la segunda parte con la Sonata nº 4 Op. 5 de Haendel, especialmente en la acentuación a la francesa de algunos pasajes y especialmente en el precioso, denso y maravillosamente articulado Passacaille.
            Aún en la primera parte, Salve Regina de Giovanni Battista Pergolesi, marcó el punto de mayor belleza espiritual.
            En la segunda parte, con una muestra más internacional, el aria vivaldiana Nulla in mundo pax sincera resultó ser la obra más plana interpretativamente. Pero tras la sonata de Haendel ya citada, Arde el furor intrépido de Juan Francés de Iribarren permitió dar rienda suelta al ardor, la efusión y la variedad de recursos que, en sensacional reivindicación del barroco español, desembocó en la mayor ovación del Festival.
            Como propina, un hermosísimo aria de El triunfo del tiempo y el desengaño de Haendel, conmovedor hasta la médula por la vivificante expresión de Raquel Andueza, puso el broche de oro.
                


Patio de armas de El Alcázar




El Alcázar de Segovia





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