Canto por gusto



40 Festival de Segovia
Aftershave Quartet
Ángel Rodríguez, lead
Isidro Anaya, bajo
Jerónimo Marín, barítono
Ricardo Leal, tenor
Composiciones de Schmidt, Jones, Berlin, Rossini, Liles, Sherman, Chaplin y Bernstein
San Juan de los Caballeros - Museo Zuloaga


             Georg Friedrich Haendel cerró su quinta suite para clave con un famoso aria con variaciones -fuente de inspiración para numerosos compositores posteriores- cuyo bucólico nombre, literalmente traducido, es "El herrero armonioso". Cándido título que me lleva a pensar que si un herrero puede ser armonioso, porqué no, un carpintero puede ser rítmico o un barbero cantarín. El concierto de Aftershave Quartet en el Festival de Segovia nos acercó un repertorio que surgió en aquellos tiempos, aún no demasiado lejanos, en los que los oficios se realizaban cantando. Años en los que la tiranía de los medios audiovisuales aún no había enlatado la música ni nos había convertido en monotemáticos y mediocres tertulianos político-económicos o deportivos.
            Los innumerables cantos de trabajo que siempre han preservado los folkloristas europeos, tuvieron una evolución diferente en Norteamérica.  Gracias a esa -a veces positiva- obsesión de los estadounidenses de crear un mundo nuevo, entre los años finales del siglo XIX y las tres primeras décadas del XX fue gestándose un repertorio basado en melodías populares a las que, de manera espontanea, los cantores añadían voces paralelas creando una polifonía fundamentalmente homofónica de un gran interés armónico y a la que la música moderna actual debe muchas de sus características. Un estilo conocido como Barbershop que Aftershave Quartet se ha empeñado en popularizar en nuestro país.
            Y como otras veces he comentado, nada mejor para divulgar y ganar adeptos que mezclar calidad, didáctica y entretenimiento. Precisamente los tres pilares básicos en los que se sustentó el éxito del recital de Aftershave Quartet en San Juan de los Caballeros lleno de un público expectante.
            La calidad, antes mencionada, residió en la belleza vocal, la clara dicción del texto, la corrección en afinación y empaste, así como en una fluctuación dinámica que creó numerosos contrastes y contribuyó a realzar la emotiva expresión de un canto realizado y escuchado con verdadero gusto. Las presentaciones de las canciones o aquellas que versaron sobre el origen, evolución del estilo y función de las cuatro voces en la estructura armónica, aportaron felices ideas dentro de una distendida erudición, con lo que el aspecto didáctico fue ricamente resuelto. En cuanto al entretenimiento, hay que decir que todo el concierto fue puro divertimento por la elección de un repertorio bien estructurado, exigente y de gran belleza -aspecto que puede sumarse en calidad- combinado con una gestualidad que contribuye al realce de la expresión y un fino sentido del humor que establece una magnífica comunicación con el espectador.
            Una conmovedora reelaboración de la famosísima Amapola de José Lacalle, junto a un barbershop y un nostálgico popurrí  de los ochenta con temas como Pongamos que hablo de Madrid, Bailando, La chica de ayer o Déjame, fueron las propinas con las que Aftershave Quartet agradeció los entusiastas aplausos del público.

Luis Hidalgo Martín
(Publicado en El Norte de Castilla. domingo 26-7-2015)












           

            

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