Existir para emocionar
Existir para emocionar
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Semana de Música de Cámara
Da
Kamera
Hiro
Kurosaki, violín barroco
Ruth
Verona, violonchelo barroco
Alberto
Martínez Molina, clave
Obras
de Haendel, Vivaldi, Corelli y Bach
San
Juan de los Caballeros - Museo Zuloaga
Como no podía ser menos, dada la importancia
del género, la música instrumental barroca tiene siempre un lugar asegurado en
la Semana de Música de Cámara. Suele ser este uno de los conciertos más
cuidados por elaboración de programa y la calidad de sus intérpretes, casi
siempre especialistas de auténtico renombre, lo que le convierte habitualmente
en uno de los platos fuertes en cada edición del ciclo, aunque la afluencia de
público no suele ser tan importante como en otras veladas.
Es cierto que la música barroca no
es sencilla para el oyente, no tiene la transparente alegría propia de los
compositores clásicos o esa impronta pasional característica del Romanticismo;
pero nada de lo que conocemos sería igual sin los compositores del fascinante
periodo barroco. La creación de las formas musicales, la variedad instrumental,
el desarrollo de la armonía, la evolución de un contrapunto dinámico alejado de
la austeridad renacentista, el gusto por la improvisación y un inefable gusto
por lo extravagante, que es germen del virtuosismo propio del siglo XIX, son
sólo algunas de las virtudes de un momento histórico fundamental en el arte
sonoro. Pero si todo esto -mas obras de
los cuatro compositores más representativos del periodo- es mezclado en un
concierto por las manos de unos intérpretes de consumada técnica, magistral
compenetración y cuya máxima principal es existir para emocionar, el resultado
no puede ser otro que el obtenido por Da Kamera en su exhibición en San Juan de
los Caballeros: Éxito.
Difícil es destacar algún momento
cuando todo transcurrió en altos niveles de intensidad y calidad. Pero entre la
preciosa y serena Allemande de la Partita
4 de Bach, las brillantes variaciones sobre la Folía de la Sonata XII de
Corelli y las cuatro italianizantes sonatas da
chiesa de Haendel, Vivaldi y Bach, me decantaría por la emotiva
interpretación del Largo inicial de
la Sonata para violonchelo y continuo de Vivaldi, la sincronía de la vigorosa y
contrastada lectura de la Folía, la
limpidez en el fraseo y ornamentación de la Sonata
BWV 1021 de Bach y la elegante -a la vez que enérgica- recreación de la
aristocrática Sonata HWV 371 de
Haendel, sin olvidar el precioso sonido del clave en la Allemande bachiana.
Múltiples delicias destiladas en un concierto
hermoso.
Luis Hidalgo Martín
(Publicado en El Norte de Castilla. viernes 24-7-2015)
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